Evidencias y contrasentidos de la Guerra de Iraq

La Guerra de Iraq ha supuesto, desde su comienzo en marzo de 2003 hasta su fin en diciembre de 2011, en torno a 650.000 muertes y 1.800.000 personas exiliadas. La invasión de EEUU respondía a la supuesta amenaza que Iraq representaba para su ciudadanía y para el mundo entero, por la presunta tenencia de "armas de destrucción masiva". La existencia de este arsenal no estaba demostrada en el momento de emprender la guerra y nunca llegó a probarse. Pero sirvió como excusa para que el entonces presidente George W. Bush ordenara la intervención en Iraq.

El Gobierno estadounidense ha negado siempre que su interés fuera precisamente el control de los ricos yacimientos petrolíferos de Iraq. Sin embargo, la publicación en 2013 de varios documentos confidenciales del Pentágono sobre cuestiones petroleras en suelo iraquí revelan evidencias que confirman las sospechas. Cuando en 2001 Bush asume el Gobierno de EEUU, existe un desequilibrio entre la demanda y la oferta petrolera mundial, que aumenta con el crecimiento de los países emergentes. El foco de esta tensión se sitúa en los países que acumulan las reservas, y EEUU decide atacar Iraq con el apoyo del Gobierno de Tony Blair y el Gobierno de Aznar, entre otros.

Lo que para la población iraquí es una evidencia y una masacre, para el Pentágono constituye apenas una externalidad inevitable.

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