Derecho a compartir en Internet libre de censura

China, Cuba, Vietnam, Irán, Arabia Saudí, Siria, Túnez y Egipto son algunos de los países que llevan años aplicando políticas restrictivas en el uso de la Red, según denunciaba un informe publicado en 2009 por Reporteros Sin Fronteras. Del mismo modo, se está sofisticando el control y vigilancia del uso de Internet que pudiera molestar a sus gobiernos gracias a la colaboración de empresas occidentales, tal como ya 2007 denunciaba OpenNet, organización integrada por las universidades de Oxford, Cambridge, Harvard y Toronto.

Dado que cada vez más personas en todo el mundo se informan y comparten datos en la Red, el control de Internet es ya una pugna de dimensión global y carácter complejo que encierra grandes intereses económicos y políticos y cercena, también en países supuestamente democráticos, derechos humanos tan básicos como la libertad de expresión y opinión, el libre acceso a la información, el derecho a la privacidad y el derecho de reunión.

La libertad de prensa es un derecho teóricamente garantizado en los países democráticos, mientras que en Internet todavía no hay ningún derecho reconocido. Es el propio escenario el que marca las estrategias deliberadamente ambiguas e indefinidas o incompletas para denunciar la ausencia de regulación y reclamar el reconocimiento de derechos del internauta. En la corta historia de Internet es Wikileaks quien ha conseguido un impacto internacional. Organización que se dice sin ánimo de lucro, filtra anónimamente información de estado secreta, principalmente de Estados Unidos. Viene de leak ("fuga") y wiki, un goteo de información que se fuga de los cauces secretos y se hace pública gracias a muchas personas.

En 2010 Wikileaks filtró informes del Pentágono, que evidenciaban cómo Estados Unidos eludía la investigación de abusos, torturas, violaciones y asesinatos perpetrados por la Policía y Ejército Iraquí, cedidos a medios prestigiosos como The Guardian, The New York Times, Le Monde, Der Spiegel, El País, al Jazeera... Más de 251.187 comunicaciones fueron filtradas en esa operación. Los sucesivos ataques para eliminar del mapa digital su página web así como los ataques dirigidos a su cabeza visible se amortiguaron al amparo de la libertad de prensa y gracias a redes de apoyo, desde el activismo en la propia Red hasta distintas vías de asilo diplomático.

Es destacable el ingenio de los/as internautas para sortear los controles impuestos en la Red y hacer llegar sus voces a millones de personas de todo el mundo. Por otro lado, las democracias parecen ceder a las voces que reclaman "seguridad" en Internet y vigilancia a toda costa, como lo demuestra la multiplicación de proyectos y propuestas del leyes que permitirían la instalación de una vigilancia generalizada. Ejemplo de ellos son la FISAA y CISPA, en Estados Unidos, la British Communication Data Bill, en Reino Unido, la Wetgeving Bestrijding Cybercrime, en los Países Bajos, y tantos textos que sacrifican la libertad de expresión en Internet, alegando luchar contra los delitos informáticos. El hecho de que países tradicionalmente defensores de los derechos humanos adopten este tipo de legislaciones da argumentos a dirigentes de países represivos para dotarse de un arsenal legislativo con el que acallar a su disidencia. El modelo de Internet tal como fue concebido por sus fundadores (un espacio de intercambio y de libertades que trasciende las fronteras) está constantemente puesto en cuestión por la aceleración de la censura en Internet y el desarrollo de la vigilancia en la red.

Desde que en 2009 los medios se hicieran eco del uso masivo de redes sociales como Twitter y Facebook para compartir opiniones e informaciones que influiría en las elecciones de Irán, se han sucedido en todo el mundo acontecimientos similares donde el uso de Internet y móviles ha ido ligado a movilizaciones populares: la primavera árabe, el 15M, el movimiento Occupy Wall Street son algunos. Muestra indudable de que Internet representa un terreno de luchas donde aún es posible el surgimiento de voces críticas, de energías de transformación y es espacio de acción para los propios movimientos sociales.

Internet también es un espacio común y global en el que las normas comunes están aún por establecer, y precisamente cuesta tanto que los países de todo el mundo logren ponerse de acuerdo en su regulación porque hay demasiados intereses en juego. El último intento tuvo lugar en diciembre de 2012 en la Conferencia Mundial sobre Telecomunicaciones Internacionales (WCIT) convocada por una agencia de la ONU, en el que se formaron dos bloques de países aliados que se disputan el control de Internet. Tras dos semanas de propuestas, talleres y debates a puerta cerrada el encuentro dejó un tratado sin acuerdo: el nuevo Reglamento de Comunicaciones Internacionales ha sido firmado por 89 países y rechazado públicamente nada menos que por 51 países. La razón aparente de este rechazo ha sido en defensa de la "Neutralidad en la Red".

El principio de "Neutralidad de la Red", exigido por organizaciones de activistas en defensa de los derechos y las libertades ciudadanas en Internet, es el que garantiza que todos los datos que recorren la Red sean tratados por igual y sin restricciones, sin importar su origen, contenido o destino. Bajo ese principio, las proveedoras de telecomunicaciones no podrían, a petición de empresas, gobiernos y/o administraciones, filtrar, bloquear, reconducir o favorecer el acceso a unos servicios o informaciones en detrimento de otras.

Holanda ha sido el primer país europeo en aprobar en enero de 2013 la primera ley de "Neutralidad en la Red", el segundo país en el mundo después de Chile.

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